lunes, 22 de febrero de 2010

Dolores

A veces digo que preferiría estar muerto.

Muerto o demencialmente herido. Que me dolieran las manos, los huesos, que se me deshicieran los pulmones en mil pedazos. Quisiera el dolor en cada uno de mis músculos, la cabeza rota, los labios sangrantes. Que se me desplomara el corazón de golpe, se me cerrasen los ojos infinitos. Marearme de pura sordera, de estío el estómago encogido.

Déjame cualquier dolor, antes que esta estúpida manera de esperarte.

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