miércoles, 30 de septiembre de 2009

Extinción

Es una tendencia humana natural prestar atención a los problemas e ignorar situaciones en que parece que las cosas van bien.

Pero lo peor, es esa tendencia humana de fijarnos sólo en lo que las cosas parecen y nunca en lo que realmente son.

Canela y nicotina

A veces me asalta tu olor de manera inesperada. Puedo reconocerlo, de repente, en cualquier esquina. Tu olor almibarado y seco, como dulzón y rasgado. Tu olor de canela con sabor a nicotina.

Traes madrugadas, que todavía me hacen sonreír. La envoltura depreocupada, el tintineo de los hielos chocando contra el cristal. Una especie de calma, en la que no necesitábamos pasado, ni futuro. Solo estar, no por ti, ni por mi; sino por ausentarse de cualquier otra parte.

Así que tu olor se acompaña a veces, de aquella chispa en la que me mantenía alejada del mundo. Y agradezco, que llegaras y te marcharas, como de una fiesta; permaneciendo sólo el tiempo necesario, para dejarme un recuerdo de canela y nicotina.

La mala hierba


Un hombre compró una casa nueva y decidió que tenía que tener un césped muy bonito. Trabajaba en ello cada semana, haciendo todo lo que los libros de jardinería le decían que hiciera. Su problema más grande fue lo que el césped siempre parecía tener: dientes de león que crecían donde él no quería.

La primera vez que encontró dientes de león, los arrancó. Pero desgraciadamente, encontró dientes de león de nuevo. Estuvo trabajando y limpiando su césped de dientes de león durante todo el verano. Pensó que el próximo verano no tendría dientes de león en su césped, puesto que ninguno creció durante el invierno. Pero, después, de repente, tenía dientes de león de nuevo. Esta vez decidió que el problema era por el tipo de hierba. Así, se gastó una fortuna y plantó un nuevo césped. Estuvo trabajando durante algún tiempo y se sentía muy feliz. Pero justo cuando comenzaba a relajarse, un diente de león apareció. Un amigo le dijo que se debía a que los dientes de león estaban en el terreno de los vecinos. De esta manera hizo una campaña para lograr que todos sus vecinos mataran los dientes de león.

En el tercer año se sentía desesperado. Los dientes de león continuaban. De esta manera, después de consultar a todos los expertos locales y los libros de jardinería, decidió escribir al Departamento de Agricultura de su país para pedir ayuda. Seguramente el Gobierno podría ayudarle. Después de esperar varios meses, finalmente le llegó una carta y leyó lo siguiente: "Estimado señor: Hemos considerado su problema y hemos consultado a todos nuestros expertos. Después de consideraciones cuidadosas, pensamos que podemos darle un buen consejo: Señor, nuestro consejo es que aprenda a amar a sus dientes de león."


(Anthony de Mello)



Me encanta.

martes, 29 de septiembre de 2009

Razones

Todos tenemos nuestros motivos para hacer o dejar de hacer las cosas. Yo encontré los míos:
1) El verano me deprime.
2) No me gusta jugar a los espias.
3) Hay demasiada gente tonta y cansina por el mundo.
4) Todas las razones que conozco, más las desconocidas.


Como alcalde de este blog os debo una explicación y esa explicación que os debo, os la voy a pagar...^^

sábado, 19 de septiembre de 2009

Aire

Ha llegado el momento de cambiar de aires. Necesito un respiro. Alejarme de todo esto, ver las cosas desde la distancia. Necesito recuperar las perspectiva... y la confianza. Es algo físico, un proceso de desconexión total. Quiero hacerme un poco invisible. Un poco más invisible. Ausente.

Me voy por un tiempo. Espero que me cunda y en mi regreso, traiga algo nuevo, parecido a la ilusión.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Muérete, por favor!


De haber podido saltar del avión, lo hubiera hecho. Y si hubiese tenido la certeza de que, decapitando a mi compañero de asiento, hubiese acabado con la imbecilidad y la ordinariez del planeta, también lo hubiese hecho. Sin pensarlo dos veces. Pero, desgraciadamente, la estupidez supina nunca viaja sola. Lleva a más estúpidos para que le aplaudan.

El tipo en cuestión (el que debería haber muerto), era un especimen de unos cuarenta años, con mirada desviada, pelo ralo y sonrisa desafortunada. El timbre de su voz le permitiría comunicarse con los delfines del Oceanographic desde cualquier parte del mundo y apuesto a que sus decibelios sobrepasaban en muchos todos los límites de lo que puede considerarse saludable. Su señora (la que debería ser ya viuda o compartir un nicho nupcial), en un alarde de gilipollez exhibicionista decide llamar por el móvil para contar a vetetúasaberquién como está siendo el despegue. Media tripulación se tira de los pelos. Un sobrecargo le pide que apague el móvil, bajo la advertencia de que usar elementos electrónicos durante el despegue es muy peligroso. Pero ella no se achanta, pese a estar al filo de la muerte, se toma su tiempo antes de colgar: "Adéu adéu... Molts petons!"

¿Soy yo la única en todo el avión que piensa que el sobrecargo debía haberle metido el P**o móvil a empellones por el gaznate?

Pero no queda ahí la cosa. Porque el vulgo, cuando se pone bruto es muy persistente. Así que, él insiste, y para desquicio general de la audiencia, se empeña en retrasmitir el trayecto, gritando con sus ultrasonidos de delfín en celo, fuera de sitio, como si le hubiesen sacado por la fuerza del acuario:

- Mira la neu, la neu, aquí la neu!!!!

Todo lo acompaña por movimientos espamódicos, convulsiones y constantes aproximaciones a la ventanilla, mi ventanilla. Cuando prácticamente ha acabado sentado sobre mis rodillas y ha sido fulminado por mi mirada de bicho asesino sin escrúpulos, espeta un breve "lo siento".

Yo desoigo los consejos de la tripulación y me pongo los cascos a todos los decibelios posibles. Si el vuelo hubiese durado un par de minutos más se hubiese desatado una matanza colectiva, pero seguro que hubiese obtenido el perdón de todos los compañeros de vuelo.

Por fin el avión aterriza y yo huyo despavorida por el aeropuerto. De buen grado hubiese vendido mi alma al mismísimo demonio con tal de tener una buena mordaza a mano.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Intermitencias


(Del lat. intermittens, -entis).

1. adj. Que se interrumpe o cesa y prosigue o se repite.





He vuelto justo cuando tenía que marcharme. Quiero ser más constante, pero de repente el mundo está girando demasiado rápido. Ahora respiro, respiro, respiro... Feliz.

Y luego volveré a empezar.

martes, 15 de septiembre de 2009

Bicho y el Apocalipsis

(Juntos pero no revueltos)

Salimos temprano del "hotelito asequible y con encanto, a sólo diez minutos del centro" (que traducido a la realidad significa: barato, algo cutre y ubicado más allá del fin del mundo). Mi estómago implora por un buen desayuno, forma tanto escándalo como el coro del ejército ruso.

Cuando estoy al borde del desfallecimiento, capto una esencia en el aire. Un aroma denso, aceitoso y altamente saciante: churros. Un rayo celestial alumbra mi camino, oigo cánticos místicos, por un momento creo en el reino de los cielos, el santo padre, la concepción sin pecado concebida y hasta el séquito de arcángeles. Yo, la elegida, entro en la freiduría y en menos de cinco minutos, vuelvo a atravesar el umbral, con un papelón de porras del tamaño de un rinoceronte africano, dos vasos de café y un manantial de chocolate.

Nos atrincheramos (el Señor Calamar, el desayuno de dioses y yo) en un parque cercano.

Salivo. Cojo la primera porra. Hipersalivo. Mojo en el chocolate. La saliva me corre ya por la comisura de los labios. Y entonces, todo se jode.
Evangelista: Disculpen que les interrumpa a estas horas de la mañana...
Pienso: otro turista perdido igual que nosotros. Bien, mentalmente repaso mi respuesta; "lo siento, nosotros tampoco somos de aquí, bla, bla, bla..."
Evangelista: Vengo a traerles un mensaje de esperanza.
Miro mi desayuno y pienso que ningún colonizador va a traerme, a estas alturas, ningún mensaje más esperanzador que unos churros calentitos. Asiento a mi apunte mental y pongo mi fe al servicio de las grasas saturadas.

El tipo, un personaje que habla como Rodolfo Chikilicuatre, empieza a largar su mensaje de amor y fraternidad sin apartar la vista del chocolate. El Señor Calamar, siempre mejor persona que yo, sostiene su café y aguanta la perorata. Yo, he comenzado mi propio ritual de enaltecimiento divino: mojar, soplar, masticar; mojar, soplar, masticar...
Evangelista: Y que bueno... ¿no?, si vinieran a festejar con nosotros...
Sr. Calamar: Pues va a estar difícil, porque somos de Madrid y esto nos pilla un poco lejos...
(Sr.Calamar 1 - 0 Evangelista)

Evangelista: Y que bueno... ¿no?, de Madrid... porque en Madrid está nuestra sede central y hay un grupo muy activo... de seguro son bien recibidos allá...
(Sr.Calamar 1 - 1 Evangelista)

Evangelista: Y que bueno si de repente ustedes se interesaran por las sagradas escrituras, ¿no? Por que... ahí está todo... Dios lo dejó todo escrito...
Yo sigo con mi ritual (mojar, soplar, morder); el Señor Calamar comienza a dar discretos sorbitos a su café. Rodolfo el Evangelista nota su escaso éxito a la hora de captar la atención de su audiencia; así que recurre a su arma secreta.
Evangelista: Y bueno... el fin del mundo va a llegar, ¿no? Se acerca. El fin del mundo está muy próximo, Él lo dejó escrito y sólo serán unos cuantos los elegidos para su gloria...
Termino de tragar, con mucha suavidad, porque no quiero morir atragantada justo ahora y perderme el fin del mundo que debe ser algo así como un cotillón de fin de año, pero más salvaje y sin resaca.

Levanto la cabeza y miro seriamente a Rodolfo el Evangelista.
Bicho: Disculpe usted, pero si el fin del mundo va a llegar me encantaría que me pillara comiendo churros...
(Bicho WINS)

Así que nada, ya tengo claro que el día del Apocalipsis (que está próximo) yo seré la primera en morir entre dolores indecibles, por preferir el camino de los alimentos hiperproteícos en lugar del tránsito a la salvación. Y los angelillos celestiales se partirán de risa a mi costa mientras me abraso en el infierno. Porque Dios es divino y creador, pero también un poco rencoroso. El muy jodío.

Escuece


En verdad nunca te creí capaz de algunas cosas
estando yo tan cerca, tan tan cerca,
siento que me has hecho trampas.


Y creo que ya no eres lo que yo anhelo,
creo que ya no te deseo en mi sueño.
Ni que me toques como si se te fueran las tripas en ello,
ya no quieren ir a verte ni mis besos.

Desilusión me ha venido a ver,
adiós a ti y a tus mentiras
desilusión me ha venido a ver.


Escuece, escuece ...
Pero mi casa se vuelve a construir aunque los tornados lo destrocen tó.
Sé sobrevivir y si no aprendo, pero sin amarguras,
lo hago pa aprender a encontrar la felicidad más pura.

Ni estoy loca, ni lo estuve.
Creo que ya no te deseo en mi sueño.

Ni que me toques como si se te fueran las tripas en ello,
ya no quieren ir a verte ni mis huesos.

Desilusión me ha venido a ver,
adiós a ti y a tus mentiras ...
desilusión me ha venido a ver...


Hoy te lo digo con música. Has fallado.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Desin-blog-xicación


Pues he vuelto. Novada y renovada. He atravesado un periodo de desin-blog-xicación; y me ha sentado genial. Ya no soy una yonki de las palabras y los vídeos del Yutú™.

Me he reformado. Y hasta me ha dado un poco de pereza sentarme aquí de nuevo.



P.D.- Gracias a los que os habéis interesado por mi tras la desaparición. Sigo vivita y dando guerra ^^

Tentempié


Bébete un tentempié pero sentada
arrímate a tu sol si eres satélite
usa tus esperanzas como un sable

desmundízate a ciegas o descálzate
desmilágrate ahora / poco a poco
quítate la ropita sin testigos
arrójale esa cáscara al espejo
preocúpate pregúntale prepárate
sobremuriente no / sobreviviente
desde el carajo al cielo / sin escalas

y si no vienen a buscar tu búsqueda
y te sientes pueril o mendicante
abandonada por tu abandoneón
fabulízate de una vez por todas
métete en tu ropita nuevamente
mundízate milágrate y entonces
apróntate a salir y a salpicarte
calle abajo / novada y renovada

pero antes de asomar la naricita
bebe otro tentempié / por si las moscas

(Mario Benedetti)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Días

Hay días en los que no puedo ni con el resentimiento. Todo se me hace turbio y lastimoso; y pierdo las ganas de seguir buscando culpables.

Me siento ahogado. He pasado mucho tiempo pensando en ello; y podría decirse que ocurrió así:


Avistaste los presagios del naufragio y te lanzaste al bote salvavidas. Sin decir ni una palabra, sin saber qué ocurría; me lancé al agua para seguirte; y me aferré al remo. Intenté por todos los medios que me dejaras acompañarte, traté de permanecer a tu lado, así que lanzaste el remo en el que me sostenía todo lo lejos que pudiste de ti. Y te marchaste feliz, cojeando en tu barquita de un sólo remo, hacia una dirección en la que no existían más supervivientes. Mientras yo permanezco, en mitad del océano, nadando en contra de todos los rumores que has vertido. Luchando por no ahogarme del todo. Y será por eso, que hay días, en los que apenas me quedan fuerzas, para culparte de todas las infamias que has provocado; y sólo me apetece, llegar a la orilla, tenderme al sol y sacar de una vez tanta sal de mis labios.

martes, 8 de septiembre de 2009

Confianza

No confío en ti.

No confío en nadie.

Y he tardado mucho tiempo en encontrar exactamente las palabras que definen mi decepción con el mundo.

Certezas

Es una fortuna conocer las certezas indispensables de tu vida. La mía parece llevar ahora tu nombre. Esa seguridad de reconocerme sólo en ti.

Estoy convencido de que el invierno, tendrá el color de tus escamas.

Alimaña

Agradezco que me destrozaras. Debí rendirme ante ti hace mucho tiempo. Acercarme suplicando que acabaras conmigo, que atacaras mi ilusión hasta los huesos y mordisqueases mis entrañas hasta convertirlas en polvo.

Agradezco tus enseñanzas que antes me desolaban. He aprendido a no rendirme, pero saberme destructible. Y me has recordado cuánto aprecio la lealtad; y cuán frágil sigo siendo ante las traiciones.

Agradezco, que la alimaña, no llegase a tiempo para destruirlo todo; y se alejase feliz y victoriosa hacia su próxima presa.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Nublado

Tengo la cabeza tan llena de incertidumbres, que últimamente, no encuentro el momento, ni el ánimo, para escribir más de dos líneas seguidas.

El verano se acaba... y empiezan a nublarse mis días.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Decepciones

Debes saber que la decepción es recíproca. No soy yo el único que erra y desilusiona. También tú y todo lo que prometías, ha supuesto un fraude en mi vida.

Y eres libre para quejarte, sin dar opción al consuelo, todo el tiempo que quieras. Puedes prolongar esa constante de tu existencia hasta el límite. Pero por una vez, no voy a cargar con toda la culpa. Porque es cierto; la distancia o la incomunicación puede haberse enraizado entre los dos; pero el desinterés era absolutamente tuyo.

Si quieres ser honesta con nuestra amistad, prueba a hacer memoria, sobre cuántas veces en los últimos años he recurrido a ti en las dificultades, cuántas veces has acudido a auxiliarme, cuántas confidencias te he hecho. Cuántas cosas, a fin de cuentas, conoces de mi.

Son pocas. Ajusto que apenas una tercera parte de las que yo he tenido que tragar por ti.

Así que voy a aceptar tu última oferta. Desechemos los esfuerzos. En el futuro tratémonos con indiferencia. Pero a cambio, como parte del trato, párate a pensar: ¿quién estará perdiendo más de los dos?