domingo, 10 de enero de 2010

Vergüenza ajena

Hace unos días estuve viendo esto:



Y diréis: ¿¿Fantasia?? ¿Qué tiene eso de nuevo y especial? Pues nada, pero es que no vi el fragmento de la peli, sino el ballet: El Cascanueces.

Desde entonces he estado buscando las palabras para definirlo, pero aunque se me han ocurrido términos bastante cercanos, no encuentro la manera de describir tan deplorable espectáculo.

Lamentable, bochornoso, deprimente, vergonzoso, dantesco. Así, o peor, fue el comportamiento del público. Yo no sabía si clamar misericordia a los cielos o sacar una kalashnikov y tratar de arreglar tanto desbarajuste genético de una vez por todas.

Madres e hijas, con prismáticos, tratando de parecer gente culta y refinada y roncando antes del final del primer acto. Señoronas con minifaldas, escotes desafiando a la ley de la gravitación universal y rebozadas en todo tipo de abalorios dorados, combinados tipo M.A. Adolescentes histéricas hablando por teléfono sin la menor consideración. Familias enteras comiendo frutos secos y bebiendo latas de Pepsi.

A-L-U-C-I-N-A-N-T-E      Y      V-E-R-Í-D-I-C-O.

Ningún tribunal me hubiera condenado por acabar con esa escoria, estoy segura.

1 comentario:

Luo dijo...

uno de los grandes motivos por los que evito ciertos sitios, y al cine, solo a ver efectos, que si tiene tema, te la joden fijo...

A mi me pasó que en la actuación de un hindú, con su sitar, habían 4 crias de 10-12 años corriendo por todo el teatro y una pareja discutiendo. Y eso que era hindú, pero me encendí tanto, que salí a decirle al tío de fuera, que me diera mi pasta, que así no iba el tema. El hombre me vió tan mal que echó a todos los que pilló hablando. Pero ya llevaba media actuación. Me supo muy mal por el artista...

abrazos