Los desconocidos me hacen sentir bien. Los mayores secretos de mi vida siempre se los he desvelado a gente a la que apenas conocía; personas que estaban destinadas a compartir un par de recuerdos en mi vida. Una mala noche, un pequeño tropiezo, unas sábanas revueltas...
Esa intimidad, ese vínculo que se crea, cuando alguien te escucha sin más, sin compromiso, sin responsabilidad. El preciso momento de la confesión, que se entrega y se acepta, porque ambos sabemos, que no volverá a suceder. Que se habrá esfumado. Un regalo que no nos pertenecerá a ninguno, que se evaporará a los pocos segundos de ocurrir y será sólo esclavo de esa parcela de tiempo.
Los desconocidos me hacen sentir bien. Me dan esa excitación confiada y serena, que sólo a veces encuentro cuando estoy contigo.
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