George faltó a su segunda sesión de terapia porque estaba en el hospital. Como resultado temía un poco el siguiente encuentro con la señora Endicott, como temiera antaño que lo mandaran a explicarle a señor Love por qué había tirado la cartera de Jeffrey Brown a un tejado.
Pero ella escuchó respetuosamente la historia y le hizo varias preguntas muy específicas sobre qué había esperado lograr y qué había sentido en distintos puntos del proceso, y George tuvo la clara impresión de que podría haber anunciado que se había comido a su esposa en un pastel y la señora Endicott le habría preguntado con qué clase de salsa la había servido, y no supo muy bien si eso era bueno o no.
Pero ella escuchó respetuosamente la historia y le hizo varias preguntas muy específicas sobre qué había esperado lograr y qué había sentido en distintos puntos del proceso, y George tuvo la clara impresión de que podría haber anunciado que se había comido a su esposa en un pastel y la señora Endicott le habría preguntado con qué clase de salsa la había servido, y no supo muy bien si eso era bueno o no.
(Un pequeño inconveniente, Mark Haddon)
Dejando a un lado el capítulo en el que se narra el incidente de las tijeras, el eczema y las desafortunadas prácticas de cirugía casera, es un libro bastante simpático... aunque sigo prefiriendo El curioso incidente del perro a media noche.
2 comentarios:
Es que "El curioso incidente..." es una joyita. Al menos, a mi me lo parece. Además, le va muy bien la canción de los números primos de Ferreiro. ;)
Un besito maja!
Sí, "El curioso incidente..." tenía una mirada más original (aunque supongo que algunos detalles de la personalidad del protagonista se le escaparían a mucha gente), creo que por eso la última novela me ha decepcionado un poco.
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