Así de simple. No existen.
Mi facultad está llena de ecopijos, pijipis, perriflauticos y demás neohippies. Estudian una carrera que sus papis, abogados, arquitectos y gente bien de Madrid, les pagan sin escatimar ni un céntimo. En verano se alquilan una casa en los Caños para seguir son su pantomima entre playa y botellona. Hablan de ecologismo y del derecho de los animales, pero día sí, día también se zampan una hamburguesa del Vips. Defienden la libertad sexual, pero tienen pareja estable y son celosos hasta decir basta. Critican el consumismo, pero compran potingues para mantener bien cuidadas sus rastas, usan más sombra de ojos que un zombie y se gastan más dinero en ropa al mes de lo que yo ganaría vendiendo la mitad de mis órganos.
Pues no lo entiendo.
4 comentarios:
Es la moda de lo bien visto. Si cuando alguien te pregunta por tu pasado no puedes comentarle ninguna época transgresora, antisistema y/o aberrante... no eres aceptado.
Paz.
De nuevo digo: aaaamén.
Mucha tontería es lo que hay...
A veces uno piensa que la juventud tiene mucho de tonta. Cuando yo era joven seguro que fui tonto también, claro. Pero la juventud tiene una triste ventaja: lamentablemente se cura con los años... así que, bicho, no te importe demasiado. Ya se les pasará. Y, a lo mejor, lo que tienes que hacer es vivir tu etapa transgresora, antisistema y aberrante, como dice el Sr. Calamar, para contarlo algún día... Yo no me dejé rastas, no se llevaban, pero tampoco fui hippie cuando me tocaba y no creas que no me arrepiento. Todo lo que hice fue correr ante los "grises".
Otra cosa son los pijos: no, por ahí no pases.
Un abrazo,
Miguel
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