jueves, 1 de octubre de 2009

Poseer nada

Seguía abranzando al gato.

- ¡Pobre infeliz! -exclamó, dándole palmaditas en la cabeza-. ¡Pobre infeliz sin nombre! Resulta un inconveniente eso de que no tenga nombre. Pero no tengo derecho a darle ninguno: tendrá que esperar hasta que "pertenezca" a alguien. Nosotros nos aceptamos en cierta manera, un día junto al río, pero no nos pertenecemos: él es independiente y yo también. No quiero poseer nada hasta que sepa que he encontrado el lugar que me corresponde y donde las cosas me correspondan. Todavía no sé con certeza dónde está tal lugar. Pero sé cómo es.

(Desayuno con diamantes, Truman Capote)




Tengo que volver a verla, porque el libro ha borrado lo poco que recordaba de la película.

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