Siempre, siempre lo peor es la espera. Ese tiempo laxo e insípido en el que te reconstruyo una y otra vez de memoria. Y una y otra vez, sigues siendo tú, a pesar de mis transformaciones.
Luego vuelves, más flaca, más callada, con tus ojos salvajes y tu boca salada. Y da igual lo que haya invertido en reconstruirte, porque cuando vuelves, tú siempre eres mejor de lo que imaginaba.
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