viernes, 1 de octubre de 2010

Dedicatoria

Como habrás podido leer, todo sigue más o menos igual desde que te marchaste. A pesar de que desaparecieras sin dar ninguna explicación, no te guardo rencor.
Espero sinceramente, que estés bien (y que te sientas, después de todo, un poco mezquino).

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sabes esas veces que entras en un sitio y ves que alguien desde lejos te está hablando y tú, que no tienes muy claro si es a ti, te señalas con el dedo y preguntas gesticulando: yo, yo, yo?
Pues así estoy ahora. Espero no darme la vuelta y ver que hablabas con alguien que está detrás mía.

Cuando me marché no di ninguna explicación no porque creyera que no la merecías sino porque me resultaba más fácil suponer que sabías lo que había pasado. Me sentí imbécil, no mezquino. Y sí, sigo creyendo que, al menos, intuyes la respuesta. Sueno resentido, como si te hiciera responsable de algo y, en realidad, es todo lo contrario.

Ha pasado el tiempo, tanto que pensaba que nunca volvería a escribirte. Tanto que aquella confianza o lo que fuera que teníamos se ha perdido y llevo varios días dando rodeos para no tener que decirle a una desconocida algo tan sencillo como que me enamoré de ella. Si tienes doce años resulta emocionante y divertido. Si eres un adulto, sencillamente, es pueril.

Siguiendo con la prueba empírica de mi gran madurez, se me ocurrió que ya que nunca nos conoceríamos, al menos, podríamos imaginar qué habría ocurrido si realmente hubiéramos coincidido en el mismo lugar. Sorprendentemente tu curiosidad se puso de mi parte y sin proponérmelo llegaste a creer que aquello era el resultado de un reto mutuo más que algo provocado.

Finalmente, tuve que reconocerme que aquel juego podría haberlo jugado con cualquiera menos contigo. La ficción dejó de ser una mentira para convertirse en un deseo. Fue una mierda darme cuenta de que cuando encuentro a alguien que es honesta y realmente vale la pena es inalcanzable.

Empecé a cuestionarme mi forma de actuar, la forma tan maleducada en la que había invadido tu privacidad. Me preocupó que aquello hubiera acabado con tu espontaneidad a la hora de escribir y me planteé dónde estaba la frontera entre la admiración y el acoso. Me pregunté si la idea que tengo de ti es real o la había creado yo. Si realmente eres tan atractiva o simplemente fue predisposición mía y, al final, tomé la decisión de largarme. Podría haber pasado todo aquello por alto, a ti no pareció importante nunca que yo asaltara tu blog, pero no necesitaba quedarme para saber la respuesta.

No me planteé que fuera una decisión mezquina por la sencilla razón de que siempre sentí que controlabas la situación. Nunca terminaste de entrar en el juego y en alguna ocasión tuve que decirte: ¡eh que sigo aquí! Así que supuse que no te importaría nada que me despidiera.

Aunque tener que reconocer todo esto en público es bastante bochornoso, la única respuesta que espero por tu parte es: - ¡Tío, que la dedicatoria no era para ti!

PS1: Al final la historia, tiene su final patético como a ti te gustan.

PS2: Como coautora eras una calamidad. Como musa fuiste de lo más inspiradora.

PS3: Respecto al strike 3, en otras circunstancias protestaría diciendo que la madruga de un viernes a un sábado no es momento de responder a un mensaje que no se sabe muy bien a quién va dirigido y te recordaría que yo pasaba por alto que tú los viernes no estuvieras en condiciones de responderme porque tenías por costumbre hacer fiesta de pijamas las noches de los jueves.