miércoles, 31 de agosto de 2011

De lluvia


El tiempo salpicó sus alas de un polvo gris volviéndolas pesadas como losas de silencio. Se oscurecieron sus labios y atragantada en mitad de sus gargantas, quedó la tristeza en suspenso de aquellos días con rumor de despedida. No supieron qué decirse recordando todo el daño que se habían regalado. Temieron la caída en picado, el laberinto, el minotauro; no encontrar refugio ni exilio posible. Creerse Ícaro, desamparado sin plumas de respuesto.

Ella se dejó arrastrar por la lluvia, sintiéndose al fin libre de culpa y de nostalgia. Él miró al cielo y cruzó los dedos para que algún viento helado expulsara las nubes, cargadas de lluvia, igual que sus dudas.



IMAGEN: Herbert James

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