lunes, 31 de mayo de 2010

Cigarro en la ventana

Al llegar la medianoche se sienta junto a la ventana abierta. Nunca ha probado el tabaco, pero le gusta la compañía que le ofrece el humo que sube desde algún balcón próximo. Así que, todas las noches, se queda quieta en mitad de la penumbra, arropada por un cigarro que se consume junto a un desconocido.

Abre su mano y sopla suavemente para que sus miedos vayan subiendo poco a poco y se esparzan por la habitación. Los sujeta con una cuerda atada a su muñeca como si fueran un racimo de globos. Algún día se atreverá; sacará una aguja y los pinchará todos. Dejará de interpretar su papel de mujer madura y responsable y se comerá el mundo en un sórdido ataque de locura. Buscará al dueño de esos labios que nunca se atrevieron a besarla y le hablará de la culpa y la derrota. De cómo la ternura y el deseo, no supieron firmar una tregua.

Pero mientras tanto se regala cada noche el préstamo de ese cigarrillo, cierra los ojos y vuelve a sentirse joven. Y sueña con hombres que la devoran de un suspiro y con mujeres que la miran con envidia al pasar. Y se deja invadir por la nostalgia de no haber sido nunca la chica más guapa de la ciudad.

®Bicho