Dentro de este poema pasa un lobo
que deja sus pisadas en la nieve.
Sigiloso y hambriento,
recorre una ciudad
que miró confiada hacia el futuro.
Hoy han bajado todas las persianas.
Es tarde,
trato de no hacer ruido
y que avancen los versos como pasan los días
para que el lobo escoja
un camino que lleve a otro lugar,
una presa más débil.
Pero en este poema espera un lobo
que ha venido a buscarme.
Aunque intente estar quieto y no hacer ruido
salta por las palabras un recuerdo
que me arranca un aullido y me devora.(Fernando Valverde, Los ojos del pelícano)
*/ Todos sabemos que me muero por poemas como este... y que me estoy dejando matar por la afilada sombra de tu recuerdo. Y tengo miedo, porque antes de que vuelvan a herirme tus aullidos, es posible que yo me convierta también en lobo.
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