Siempre fuiste una egoísta. Sabías muy bien a qué árbol encadenarte para llevarte el mayor rendimiento, la montaña de frutos. Conmigo siempre saliste ganando. Te lo llevaste todo.
Excepto los recuerdos y la rabia. Eso lo dejaste sólo para mi. Y yo aún no he aprendido cómo devolvértelos.
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