La magia ocurre, pero es sutil.
A veces es sólo un cruce de miradas, en el metro o en la esquina antes de llegar a casa, cuando una tía cualquiera te fulmina con unos ojos que de repente miden tres galaxias. Entonces quisieras sin más poder adivinar su nombre o decir alguna frase ingeniosa que la impresione. Gritarle al menos la mayor estupidez del mundo. Cualquier cosa, o nada, pero que se quede, joder.
La magia ocurre pero es sutil, la muy cabrona, y rápida.
Por eso, si dudas un sólo instante, si la contemplas acobardado o temeroso, el mundo comienza a descongelarse de golpe y ella se aleja, mientras dejas escapar una nueva oportunidad de cambiar tu vida.
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