A veces no podemos anticiparnos. Queremos calcularlo todo, tener bajo control los detalles, adelantarnos a lo que puede ocurrir. Pero es imposible.
De repente, estás caminando sobre la cuerda y miras hacia abajo y no hay red y no recuerdas cómo demonios has acabado ahí. Cuando llevas un tiempo paseando al filo de tus incertidumbres, puedes llegar a acostumbrarte. Puedes hacer malabares con tus expectativas, sin pensar en que alguna pueda escaparse en el aire. Sonreír a los desconocidos, sintiéndote la mujer barbuda o el hombre elefante. Actuar como un payaso, pensando que eres el encargado de pista.
A veces, puedes encontrarte en la jaula de los leones y darte cuenta de que llevar un látigo, es lo único que te separa de ser un vulgar bocado de carne.
Puedes encontrarte en mitad de la noche, preguntándote si todo este tiempo, en que creías ser un simple espectador, no te habrás convertido también en parte del circo.
De repente, estás caminando sobre la cuerda y miras hacia abajo y no hay red y no recuerdas cómo demonios has acabado ahí. Cuando llevas un tiempo paseando al filo de tus incertidumbres, puedes llegar a acostumbrarte. Puedes hacer malabares con tus expectativas, sin pensar en que alguna pueda escaparse en el aire. Sonreír a los desconocidos, sintiéndote la mujer barbuda o el hombre elefante. Actuar como un payaso, pensando que eres el encargado de pista.
A veces, puedes encontrarte en la jaula de los leones y darte cuenta de que llevar un látigo, es lo único que te separa de ser un vulgar bocado de carne.
Puedes encontrarte en mitad de la noche, preguntándote si todo este tiempo, en que creías ser un simple espectador, no te habrás convertido también en parte del circo.
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