lunes, 30 de junio de 2008

Nefertiti



Nefertiti, ha llegado a la ciudad.

Después de mil días de dolor, tres médicos han pasado por mi cuello (dicho así suena casi erótico, pero no, es bastante jodido). Al final, esguince cervical; es decir, collarín y dopaje. Mi cuello estaba enderezándose para el lado contrario, muy mal, muy mal, muy mal. Un cuello largo y rebelde tiene estas cosas, crece para dónde quiere; pero es un consuelo saber, que gracias a él, identificarán mi cadáver dentro de miles de años; como hicieron con la Reina del cuello de cisne.

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