Lo bueno de hacerse mayor es que descubres que la vida no es para tanto.
Pero tiene un marketing de la hostia, reconozcámoslo.
Pero tiene un marketing de la hostia, reconozcámoslo.
Siempre te dije que odiaba las casas grandes.Las casas grandes hacen infeliz a la gente, te decía.Y tú no entendías: La felicidad es pequeña y torpe y se pierde en los pasillos.
Tú veias como me difuminaba poco a poco. Y fingimos que no pasaba nada.Cada vez más pequeña, más invisible. Pero no pasaba nada.Nunca, nada.El mundo quieto y yo desapareciendo. Tú inmóvil y yo desvaneciéndome.No pasará tampoco nada, supongo, cuando el trazo se vuelva de nuevo firme. Cuando me haga otra vez, contorno y forma y color y luz. Cuando mis alas entumecidas, despierten de nuevo y se escapen de mi retrato.
...Put your wings on me, wings on me
When I was so heavy
We're on a symphony
When I'm lower, lower, lower, low...
No os equivoquéis: la cicatriz no duele. La cicatriz es visible y metafórica. Duelen las secuelas. Invisibles y definitivas. Para las secuelas no hay bálsamos ni poemas.
Ella sonríe, como única estrategia. Como si una casa prefabricada fuera en sí misma un hogar. Como si una sonrisa pudiera desactivar todos los miedos.
Me acabo de inventar un pájaro. Lo he llamado Antivol*. Es un pájaro extraño; no es como los demás. Tiene vértigo. Es mala pata para un pájaro, pero no cae en la desesperación. En lugar de compadecerse de su discapacidad, bromea.Siempre que le piden que vuele, encuentra una razón divertida para no hacerlo y hace reír a todo el mundo. Además, tiene desparpajo y se burla de los pájaros que vuelan, de los pájaros normales.
(¿Adónde vamos papá?, Jean-Louis Fournier)