domingo, 13 de noviembre de 2011

Frágil

Era como un erizo o un gato panza arriba. Se revolvía, arañaba, mordía. Ella no se dejaba querer, tampoco se quería.

Si intentabas taponar su herida, huía y se dejaba caer de rodillas sobre los cristales rotos. Si le amenazabas con un tirita, se deshacía la piel a jirones.

Ella no se dejaba querer, tampoco se quería.

Tan frágil, tan dura como un diamante... y siempre negándose a brillar.

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