El otro día me topé con esta noticia:
Y no pude evitarlo. Pensé en esto:
Todos con sus pañuelitos y sus pegatinas y esa cara de absurda satisfacción: "soy una persona comprometida, solidaridad con el pueblo palestino".
No voy a entrar a valorar quién lo está haciendo bien o mal; o si en las manifestaciones nos solidarizamos con Palestina o renegamos de la mano negra de EEUU en Israel. Y seguro que soy demasiado joven y demasiado ignorante, para comprender, para intuir siquiera, cuántos intereses cruzados han desembocado en este conflicto.
No. No puedo hablar de buenos y de malos, como si fueran etiquetas inamovibles y claramente identificadas en uno u otro bando. No podré defender nunca la violencia, la tortura, la barbarie, venga de la mano que venga.
No me interesa la política, no voy a engañar a nadie a estas alturas, pero sigo conmoviéndome ante el sufrimiento de los inocentes.
¿Dónde está la ayuda humanitaria, las misiones de paz, toda esa falacia de que las comisiones internacionales velan por la seguridad de los civiles?
Me da miedo tanta humanidad que mira hacia otro lado. Me da miedo, que todavía hoy, la justicia o la libertad, sólo la contemplen aquellos que pueden pagarla.
Los rebeldes ugandeses del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) "masacraron brutalmente a 620 personas y secuestraron a más de 160 niños" en tres semanas en el norte de la República Democrática del Congo (RDC) , denunciaron hoy organizaciones de defensa de los derechos humanos en un comunicado.
(...)
El 25 de diciembre, en la población Batande, a escasos kilómetros de Doruma, cerca de la frontera con Sudán, el LRA asesinó a más de 80 personas que se habían reunido para festejar el día de Navidad. Los insurgentes asesinaron a golpes a los hombres, y violaron y mataron a las mujeres y las niñas.
Según el testimonio de uno de los habitantes del poblado recogido por HRW, que vio como asesinaban a su mujer, a sus hijos y a sus nietos, sólo 6 personas sobrevivieron el ataque.
También el 25 de diciembre, los rebeldes atacaron la población de Farajde, a 240 kilómetros de Doruma, donde dejaron 143 muertos, secuestraron a 160 niños y prendieron fuego a 940 viviendas, 3 escuelas y 9 iglesias.
(Leer noticia completa)
Y no pude evitarlo. Pensé en esto:
Todos con sus pañuelitos y sus pegatinas y esa cara de absurda satisfacción: "soy una persona comprometida, solidaridad con el pueblo palestino".
No voy a entrar a valorar quién lo está haciendo bien o mal; o si en las manifestaciones nos solidarizamos con Palestina o renegamos de la mano negra de EEUU en Israel. Y seguro que soy demasiado joven y demasiado ignorante, para comprender, para intuir siquiera, cuántos intereses cruzados han desembocado en este conflicto.
No. No puedo hablar de buenos y de malos, como si fueran etiquetas inamovibles y claramente identificadas en uno u otro bando. No podré defender nunca la violencia, la tortura, la barbarie, venga de la mano que venga.
No me interesa la política, no voy a engañar a nadie a estas alturas, pero sigo conmoviéndome ante el sufrimiento de los inocentes.
¿Dónde está la ayuda humanitaria, las misiones de paz, toda esa falacia de que las comisiones internacionales velan por la seguridad de los civiles?
Me da miedo tanta humanidad que mira hacia otro lado. Me da miedo, que todavía hoy, la justicia o la libertad, sólo la contemplen aquellos que pueden pagarla.
1 comentario:
Ole ole y ole! Ains que fan soy! Esto no es un post, es un artículo de portada en periódico nacional! Y quien no lo vea... pó se lo pierde.
A mi también me parece increíble este tipo de reuniones, no porque se produzcan en sí (apoyo sin condiciones el derecho a manifestarse) sino porque no entiendo que no estén todos los días en la calle. ¿Y las miles de familias que viven en la pobreza? ¿paro? ¿crisis? ¿derechos básicos de animales/fauna/flora? y todo esto en nuestro país.
Desvarío.
Mejor descanso... que mañana me sufrirán en el curro.
Se despide tu Eduardo Dato
Besos!
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