viernes, 16 de marzo de 2012

Sin remite


Querida Pe:

Pensarás que esta carta llega tarde... o igual ni llega. Así que supongo, que igual, quizás, puede ser, que ni siquiera te esté escribiendo a ti. A lo mejor esto es sólo otro hilván para la misma herida.

Últimamente pienso muy despacio, así que me he tomado mi tiempo para recordar cómo éramos, digerirlo y tratar de reconocernos de nuevo. Pero le doy vueltas, un día y otro y no logro encontrar las respuestas; aún no entiendo en qué momento todo se echó a perder y tú empezaste a olvidar que me querías.

Todavía no sé si debo pedir explicaciones o disculpas. No sé qué hice para alejarte, no sé si decidiste huir sin motivos. Los finales nunca se me dieron bien, tampoco las personas. Siempre arrastro el nombre de alguien que se marchó sin despedirse; igual que tú, igual que otros... mientras yo me quedo diciendo adiós tontamente con la mano, esperando una razón que justifique el porqué de las cosas.

Sigo buscando un punto de inflexión, un error imperdonable; pero la verdad es que aún no sé en qué momento se estropeó todo. Sólo sé, querida Pe, que intenté buscarte. Intenté buscarte, muchas veces mucho... pero tú ya no estabas para mi. Sólo sé que me sentí traicionada, olvidada y que mi corazón se blindó un poco más y el mundo me pareció de golpe menos bueno. Sólo sé, querida Pe, que tuve la sensación de perseguirte entre la niebla, de correr ciegamente hacia ti, mientras te desdibujabas y a tu alrededor todo era hostil.

Yo no vi acercarse el desastre, ¿dónde estaban las señales? Seguro que abandonaron los cascabeles y entraron de puntillas en mitad de la noche. Yo no las vi, créeme, hubiese sacado las garras para frenarlas... pero de repente, allí había anidado el silencio y siempre había algún rencor, alguna duda deseando ponernos la zancadilla.

Te busqué, debes saberlo, aunque mis esfuerzos te parecieran inútiles e insignificantes; yo siempre te busqué, mientras te volvías inalcanzable.

Seguro me equivoqué en mil cosas, seguro que nos hicimos daño. Seguro hay algo irreversible en todo esto...

Las cosas me van bien, creo que hubo un tiempo en que te hubiese alegrado saberlo. Donde quiera que estés, te deseo la felicidad que compartimos, los recuerdos, todo aquello que a pesar de los años y el silencio, nos unirá y pertenecerá para siempre. Donde quiera que estés...

...que tengas un buen día,
que la suerte te busque,
en tu casa pequeña y ordenada,
que la vida te trate dignamente.
*


® bicho



*/ Versos de Luis García Montero.

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