- ¿Qué tal?
+ ¿Qué tal? Ahora mismo estás interpretando pero no sé el qué. Tu boca me sonríe, pero los ojos te tiemblan.
- ¡Qué dices...!
+ La verdad es que eres muy buena. Actriz, quiero decir.
- Te he preguntado cómo estás, si no quieres no me contestes.
+ Pues estoy vivo, ¿cómo quieres que esté? Y cansado... cansado de esperar a que me llamaras aunque sólo fuera para decirme: "joder tío, qué putada lo que te ha pasado, ¿no?"
- He estado muy ocupada
+ ¡No me jodas!
- Tenía miedo de que te sintieras incómodo si te llamaba.
+ No. Tenías miedo de que tú te sintieras incómoda. Tenías miedo de no poder mirarme a la cara. Como ahora.
(Abre los ojos, Mateo Gil - Alejandro Amenábar)
*/ Cuando hace falta todos encontramos una justificación para acallar nuestra mala conciencia.
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