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Así que ese es el juego. Nunca vas a decir la verdad, ni vas a poner las cartas sobre la mesa. Vas a barajar las reglas y a sacar cada día una distinta de la manga. Y he tardado en darme cuenta de que habías vuelto a girar el bombo y a repartir los cartones. Vas a revolver los tableros, a romper las piezas y a tallarlas de nuevo, delicadamente, a escondidas. Vas a trucar los dados, a hacer origami con el tapete y a fingir que el cubilete es un florero.
No me vas a dejar nunca que gane, sin lanzarme sobre la pista una última trampa.
Ese es el juego: domesticar mi curiosidad, mientras reinventas una vez tras otra la misma partida.
No me vas a dejar nunca que gane, sin lanzarme sobre la pista una última trampa.
Ese es el juego: domesticar mi curiosidad, mientras reinventas una vez tras otra la misma partida.
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