domingo, 5 de octubre de 2008

Donde tú vayas, iré yo


"Respondió Ruth: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más."

(Ruth, 1; 16-18)

Y todo fue mentira.

Los recuerdos pueden caber en una caja de cartón; ahora sólo falta dejarlos atrás, definitivamente, en la memoria.

Llegó tarde a todas las reconciliaciones posibles; o ni siquiera lo intentó. Me engañó. Nos engañamos. No hay más tiempo. No tendrá más oportunidades. Con cada día de silencio, fue tejiendo mentiras, excusas. Se me empañó la paciencia con tanta espera. Me cansé de oír las mismas historias sentada en un puñado de promesas, una montaña de intenciones. Se ha deshecho; se ha quedado en nada. Una caja de cartón llena de trastos.

Hoy es el último día que me permito pensar en ti. No volveré a mirar atrás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya... A pesar de ser algo triste, terminar con una caja llena de trastos que en otro tiempo significar algo más; he de decir que me gusta lo que has escrito.

Quizás porque me recuerda a lo que yo he sentido alguna vez. Pero al menos, lo tienes claro, y eres capaz de seguir adelante. :)