Estoy furiosa y estoy triste. A veces hay algo tan salvaje dentro de mi, que siento que mi piel se agrietará y comenzarán a crecerme garras y escamas y plumas y fuego. Sin embargo, mi voz es tan pequeña y yo siento tanto el miedo, que mis gritos parecen la nana de un subterráneo.
Estamos atrapados. Tenemos tanto que hacer, tanto que mostrar, tanto que demostrar, que nuestro foco se estrecha. Apuntalamos los pequeños fragmentos de luz y nos los cosemos en el vientre. Canonizamos los párpados cerrados ante el desvarío y la tragedia.
Ojalá estar loca loca loca. Ojalá bordar buenas banderas que devoren la indecencia. Ojalá mi cuerpo frágil, empapado en rabia, cambiara el curso de la historia.