Así de simple. No existen.
Mi facultad está llena de ecopijos, pijipis, perriflauticos y demás neohippies. Estudian una carrera que sus papis, abogados, arquitectos y gente bien de Madrid, les pagan sin escatimar ni un céntimo. En verano se alquilan una casa en los Caños para seguir son su pantomima entre playa y botellona. Hablan de ecologismo y del derecho de los animales, pero día sí, día también se zampan una hamburguesa del Vips. Defienden la libertad sexual, pero tienen pareja estable y son celosos hasta decir basta. Critican el consumismo, pero compran potingues para mantener bien cuidadas sus rastas, usan más sombra de ojos que un zombie y se gastan más dinero en ropa al mes de lo que yo ganaría vendiendo la mitad de mis órganos.
Pues no lo entiendo.
Es la moda de lo bien visto. Si cuando alguien te pregunta por tu pasado no puedes comentarle ninguna época transgresora, antisistema y/o aberrante... no eres aceptado.
ResponderEliminarPaz.
De nuevo digo: aaaamén.
ResponderEliminarMucha tontería es lo que hay...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA veces uno piensa que la juventud tiene mucho de tonta. Cuando yo era joven seguro que fui tonto también, claro. Pero la juventud tiene una triste ventaja: lamentablemente se cura con los años... así que, bicho, no te importe demasiado. Ya se les pasará. Y, a lo mejor, lo que tienes que hacer es vivir tu etapa transgresora, antisistema y aberrante, como dice el Sr. Calamar, para contarlo algún día... Yo no me dejé rastas, no se llevaban, pero tampoco fui hippie cuando me tocaba y no creas que no me arrepiento. Todo lo que hice fue correr ante los "grises".
ResponderEliminarOtra cosa son los pijos: no, por ahí no pases.
Un abrazo,
Miguel